Párrafos de la CARTA Nº 2. Recibida en Simla, el 19 de octubre de 1880 (misma temática)
“Muy Estimado Señor y Hermano:
No llegaremos a entendernos en nuestra correspondencia hasta que no haya quedado plenamente establecido que la ciencia oculta tiene sus propios métodos de investigación, tan fijos y arbitrarios como, a su vez, lo son los de su antítesis, la ciencia física. Si esta última tiene sus leyes, también las tiene la primera; y aquel que pretenda cruzar la frontera del mundo invisible no puede decir por anticipado como lo hará, más de lo que un viajero que tratara de penetrar en los recintos subterráneos internos de L'Hassa —‘la bendita’, podría mostrar el camino a su guía. Los misterios nunca fueron y nunca pueden ser puestos al alcance del público en general, no al menos hasta el día tan anhelado en que nuestra “filosofía religiosa” se haya convertido en universal. En toda época no hubo más que una minoría apenas apreciable de personas que poseyeran los secretos de la naturaleza, aunque las multitudes hayan sido testigos de su evidencia práctica y de la posibilidad de su posesión. El ‘adepto’(1) es la rara eflorescencia de una generación de investigadores; y para llegar a serlo, tiene que obedecer al impulso interno de su alma, prescindiendo de toda consideración prudencial de la ciencia o de la sagacidad del mundo. El deseo de usted es que se le ponga en comunicación directa con uno de nosotros, sin la intervención de Madame B. ni de ningún médium. Su idea, tal como yo la entiendo, sería la de conseguir esas comunicaciones, bien a través de cartas — como la presente— o bien por medio de palabras audibles, para ser guiado así por uno de nosotros en la dirección y principalmente en la instrucción de la Sociedad. Usted busca todo esto y, sin embargo, como usted mismo dice, hasta el momento no ha encontrado "razones suficientes" ni siquiera para prescindir de su "modo de vida" francamente hostil a esta clase de comunicaciones. Esto no es muy razonable. Aquel que quiera hacer ondear en lo alto la bandera del misticismo y proclamar la proximidad de su reino, debe dar ejemplo a los demás. Debe ser el primero en cambiar s« manera de vivir, y considerando el estudio de los misterios ocultos como un grado superior en la escala del Conocimiento, debe proclamarlo en voz alta, a pesar de la ciencia exacta y de la actitud hostil de la sociedad.” (…)
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1- Adepto: Es el grado de iniciación que convierte al alma humana en alma divina, ya liberada del ciclo reencarnatorio, y puesta al servicio completo de la Gran Vida. Los adeptos que se dedican a tomar discípulos de entre la humanidad son llamados “maestros
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