Ir al contenido principal

Carta N°2 de Mahatma KH a Sinnett año 1880

 CARTA No 2

Métodos de investigación en la Ciencia Oculta.

Los misterios no están  destinados al público.

Condiciones para la comunicación con los Mahatmas.

El modo de  vida que se exige. 

Motivo. 

El objeto de la Sociedad Teosófica.

Significado del  egoísmo. 

La S.T. y la Fraternidad Universal.

El estudio del ocultismo—el sendero del  ocultismo—Escuelas—Maestros, etc..

Poderes benéficos del conocimiento.

 El sello de  los misterios.

 La vida del aspirante.

La Rama Anglo-India de la S.T.

Condiciones  favorables para experimentar los fenómenos.


Recibida en Simla, el 19 de octubre de 1880

Muy Estimado Señor y Hermano:

No llegaremos a entendernos en nuestra correspondencia hasta que no haya quedado plenamente establecido que la ciencia oculta tiene sus propios métodos de investigación, tan fijos y arbitrarios como, a su vez, lo son los de su antítesis, la ciencia física. Si esta última tiene sus leyes, también las tiene la primera; y aquel que pretenda cruzar la frontera del mundo invisible no puede decir por anticipado como lo hará, más de lo que un viajero que tratara de penetrar en los recintos subterráneos internos de L'Hassa —la bendita, podría mostrar el camino a su guía. Los misterios nunca fueron y nunca pueden ser puestos al alcance del público en general, no al menos hasta el día tan anhelado en que nuestra filosofía religiosa se haya convertido en universal. En toda época no hubo más que una minoría apenas apreciable de personas que poseyeran los secretos de la naturaleza, aunque las multitudes (2 Se refiere a H.P.B.)hayan sido testigos de su evidencia práctica y de la posibilidad de su posesión. El adepto es la  rara eflorescencia de una generación de investigadores; y para llegar a serlo, tiene que  obedecer al impulso interno de su alma, prescindiendo de toda consideración prudencial de la  ciencia o de la sagacidad del mundo. El deseo de usted es que se le ponga en comunicación  directa con uno de nosotros, sin la intervención de Madame B. ni de ningún médium. Su idea,  tal como yo la entiendo, sería la de conseguir esas comunicaciones, bien a través de cartas como la presente— o bien por medio de palabras audibles, para ser guiado así por uno de  nosotros en la dirección y principalmente en la instrucción de la Sociedad. Usted busca todo  esto y, sin embargo, como usted mismo dice, hasta el momento no ha encontrado "razones  suficientes" ni siquiera para prescindir de su "modo de vida" francamente hostil a esta clase de  comunicaciones. Esto no es muy razonable. Aquel que quiera hacer ondear en lo alto la  bandera del misticismo y proclamar la proximidad de su reino, debe dar ejemplo a los demás.  Debe ser el primero en cambiar s« manera de vivir, y considerando el estudio de los misterios  ocultos como un grado superior en la escala del Conocimiento, debe proclamarlo en voz alta,  a pesar de la ciencia exacta y de la actitud hostil de la sociedad. "El Reino de los Cielos se  gana por la fuerza", dicen los místicos cristianos. Es sólo a mano armada y prestos a  conquistar o a perecer, que el místico moderno puede esperar alcanzar su objetivo.  

Mi primera respuesta yo pensé que abarcaba la mayor parte del contenido de su segunda, e  incluso de su tercera carta. Al haber expresado entonces mi opinión de que el mundo, en  general, no estaba maduro para una prueba demasiado sorprendente de los poderes ocultos, no  queda más que tratar de ellos por separado con los individuos que, como usted mismo, buscan  atravesar el velo de la materia y penetrar en el mundo de las causas primarias; es decir, ahora  sólo necesitamos dedicarnos a los casos de usted y del señor Hume. Este caballero me ha  hecho, además, el gran honor de dirigirse a mí personalmente exponiéndome unas cuantas  preguntas e indicando las condiciones bajo las cuales se prestaría gustoso a trabajar  seriamente para nosotros. Pero, siendo los motivos y las aspiraciones de ustedes dos de  características diametralmente opuestas y, por lo tanto, conducentes a resultados diferentes,  tengo que contestar a cada uno de ustedes por separado.  

La primera y principal consideración al decidir aceptar o no su ofrecimiento, radica en el  motivo interno que les impulsa a ustedes a solicitar nuestras instrucciones y, en cierto modo,  nuestra orientación. Esto último, en todo caso, con reservas, según entiendo, y por lo tanto,  dejándolo aparte de todo lo demás. Ahora bien, ¿cuáles son sus motivos? Trataré de  clarificarlos en su aspecto general, dejando los detalles para una ulterior consideración. 

Estos  motivos son: 

(1) El deseo de recibir pruebas convincentes y absolutas de que realmente  existen fuerzas en la naturaleza de las cuales la ciencia no sabe nada; 

(2) La esperanza de  apropiarse de ellas algún día —cuanto antes mejor, porque a ustedes no les gusta esperar— y  porque de este modo ustedes podrían: 

(a) demostrar su existencia a unas cuantas mentes  occidentales escogidas; (b) contemplar la vida futura como una realidad objetiva, edificada  sobre la roca del Conocimiento y no de la fe; y, finalmente. 

(c) —el más importante entre  todos sus motivos, aunque tal vez el más oculto y el mejor guardado— aprender toda la  verdad sobre nuestras Logias y sobre nosotros; en resumen, conseguir la certidumbre de que  los "Hermanos" —de los cuales todo el mundo oye hablar tanto y se ven tan poco— son  entidades reales y no imaginaciones de un cerebro trastornado y alucinado. Considerados en  su mejor aspecto, éstos son, tal como los vemos nosotros, sus "motivos" para dirigirse a mí. Y  con el mismo espíritu les contesto, confiando que mi sinceridad no será mal interpretada ni  atribuida a nada que se parezca a un sentimiento hostil.  

A nuestro parecer, esos motivos, sinceros y dignos de una seria consideración desde el punto  de vista del mundo, parecen egoístas. (Usted me perdonará lo que podrá parecer un  lenguaje rudo, si su deseo es realmente el que usted manifiesta —aprender la verdad y recibir  instrucción de nosotros— que pertenecemos a un mundo completamente diferente a aquel en el que usted se mueve). Sus motivos son egoístas, porque usted tiene que darse cuenta de que  el objetivo principal de la S.T. no es tanto satisfacer aspiraciones individuales como servir a  nuestros semejantes; y el valor real de este término "egoísta", que puede sonar mal a su oído,  tiene un significado especial para nosotros, que puede que no tenga para usted; por consiguiente, y para empezar, no debe usted tomarlo de otra manera que en el sentido  anterior. Tal vez apreciará mejor lo que queremos decir, al indicarle que, según nuestro punto  de vista, las aspiraciones más elevadas en pro del bienestar de la humanidad, van teñidas de  egoísmo si en la mente del filántropo se oculta la más mínima sombra de deseo por el  beneficio personal, o bien una inclinación a ser injusto, aún cuando todo ello exista  inconscientemente para él. Sin embargo, usted ha discutido siempre, para rebatirla, la idea de  una Fraternidad Universal, desconfiando de su utilidad y aconsejando reformar la S.T. sobre  la base de una escuela para el estudio especial del ocultismo. Esto, mi respetado y estimado  amigo y Hermano —¡no se hará nunca!  

Habiendo determinado ya los "motivos personales", vamos a examinar sus "condiciones" para  colaborar en nuestra obra de ayudar al mundo. En términos generales, estas condiciones son  —primero: que por medio de su bondadosa intervención se cree una Sociedad Teosófica  Anglo-India independiente, en cuya dirección no figure ninguno de nuestros representantes  actuales; y segundo: que uno de nosotros tome ese nuevo grupo "bajo su tutela", estando "en  libre y directa comunicación con sus líderes", y les facilite "la prueba directa de que posee  realmente ese conocimiento superior de las fuerzas de la naturaleza y los atributos del alma  humana, lo cual les inspirará la debida confianza en su liderazgo". He copiado sus propias  palabras para evitar cualquier inexactitud al exponer su posición.  

Desde su punto de vista, pues, estas condiciones pueden parecer tan razonables que no  podrían provocar ninguna discrepancia; y desde luego, la mayoría de sus conciudadanos —si  no de los europeos— podría compartir esa opinión. Usted dirá, ¿qué puede haber más  razonable que pedir que ese maestro, ansioso de expandir su conocimiento, y el discípulo que  se ofrece para recibirlo, se vieran cara a cara y el uno le proporcionara al otro las pruebas  experimentales de que sus instrucciones eran correctas? Como hombre de mundo, que vive en  él y en total afinidad con el mismo, usted tiene razón, indudablemente. Pero los hombres de  este otro mundo nuestro, poco versados en su modo de pensar, que a veces encuentran muy  difícil de comprender y apreciar, difícilmente pueden ser acusados de no responder con tanto  entusiasmo a sus sugerencias como en su opinión se merecerían. La primera y más importante  de nuestras objeciones se encuentra en nuestras Reglas. En verdad tenemos nuestras escuelas  y nuestros instructores, nuestros neófitos y nuestros shaberons (adeptos superiores) y la puerta  siempre está abierta para el hombre justo que llama a ella. Y nosotros, invariablemente,  damos la bienvenida al recién llegado; sólo que, en lugar de ir nosotros hacia él, él tiene que  venir hacia nosotros. Más que eso: a menos que haya alcanzado aquel punto en el sendero del  ocultismo desde el cual el retorno resulta imposible por haberse comprometido  irrevocablemente con nuestra asociación, nosotros nunca le visitamos, ni siquiera cruzamos el  umbral de su puerta apareciéndonos visiblemente —excepto en casos de excepcional  importancia.  

¿Hay alguno de ustedes tan ansioso de conocimiento y de los poderes benéficos que éste  confiere, que esté dispuesto a abandonar su mundo y a venir al nuestro? Si es así, que venga;  mas no debe pensar en regresar hasta que el sello de los misterios haya cerrado sus labios,  incluso contra la eventualidad de su propia debilidad o indiscreción. Que venga, por supuesto,  como el discípulo que viene al maestro, y sin condiciones; o que espere, como lo hacen tantos  otros, y se contente con aquellas migajas de conocimiento que puedan caer en su camino.  

Y suponiendo que ustedes llegasen de ese modo —tal como ya llegaron dos de sus  compatriotas— como lo hizo Madame B. y como lo hará el señor O.; suponiendo que ustedes  lo abandonaran todo por la verdad; que se afanaran denodadamente durante años ascendiendo por el arduo y escarpado camino sin dejarse amilanar por los obstáculos, firmes ante toda  tentación; si guardaran fielmente dentro de su corazón los secretos que se les hubiera confiado como prueba; si hubieran trabajado con toda su energía y entrega para difundir la verdad y  hacer que los hombres piensen y vivan con rectitud —¿pensaría usted que sería justo que,  después de todos los esfuerzos de ustedes, nosotros concediéramos a Madame B. o al señor O.  como "no afiliados", las condiciones que ahora piden para ustedes mismos? De estas dos  personas, una ya nos ha hecho entrega de las tres cuartas partes de su existencia; y el otro, seis  años de lo mejor de su vida, y los dos seguirán trabajando así hasta el fin de sus días. Aunque  siempre trabajan con derecho a una merecida recompensa, sin embargo nunca la piden, ni  jamás se quejan cuando se sienten decepcionados. Aunque cada uno de ellos,  respectivamente, hiciera mucho menos de lo que hace, ¿no sería acaso una palpable injusticia  prescindir de ellos en el importante campo del esfuerzo teosófico, tal como se ha insinuado?  La ingratitud no es uno de nuestros defectos, ni tampoco imaginamos que usted desearía  aconsejárnosla.. . .  

Ninguno de ellos siente la más mínima inclinación a intervenir en la dirección de la  proyectada Rama Anglo-India, ni a imponerse a sus dirigentes. Pero si llega a constituirse la  nueva Sociedad, (aunque llevara un nombre distintivo propio), en realidad tendrá que ser  absolutamente una Rama de la Sociedad Madre, como lo es la Sociedad Teosófica Británica  en Londres, y deberá contribuir a su vitalidad y a su utilidad, estimulando su idea dominante  de una Fraternidad Universal, y ayudándola en otros menesteres prácticos.  

Por mala que haya sido la presentación de los fenómenos, sin embargo —como usted mismo  admite— ha habido algunos de ellos que han sido irrecusables. Los "golpecitos en la mesa  cuando nadie la toca" y "el sonido de campanillas en el aire", como usted dice, "siempre han  sido considerados satisfactorios", etc. etc. De ésto, usted deduce que los "fenómenos bien  comprobados" podrían ser fácilmente multiplicados ad infinitum. Podrían serlo,  efectivamente, en cualquier lugar donde se presentaran constantemente nuestras condiciones  magnéticas y demás; y donde no tuviéramos que actuar por medio de un debilitado cuerpo  femenino, en el cual, se podría decir que durante la mayor parte del tiempo se desencadena un  ciclón vital. Por muy imperfecto que pueda ser nuestro agente visible —y ella es, a menudo,  de lo más insatisfactoria e imperfecta— sin embargo, es lo mejor que tenemos actualmente y  sus fenómenos han asombrado y desconcertado durante casi medio siglo a las mentes más  preclaras de la época. Aunque seamos ignorantes de la "etiqueta periodística" y de las  formalidades de la ciencia física, sin embargo, tenemos la intuición de los efectos de las  causas. Puesto que usted no ha escrito nada sobre los mismos fenómenos que usted considera  completamente convincentes, tenemos razones para suponer que podrían desperdiciarse  poderes muy preciosos sin mayores resultados. En sí, la cuestión del "broche" —ante los ojos  del mundo— es completamente inútil y el tiempo me dará la razón. Su buena intención ha  fracasado por completo.  

Y para terminar: estamos dispuestos a continuar esta correspondencia si los puntos de vista  sobre el estudio del Ocultismo que han sido expuestos le sirven. Cada uno de nosotros,  independientemente de su raza o de su país, ha pasado a través de las pruebas descritas.  Mientras tanto, y esperando lo mejor, suyo fielmente como siempre,  

KOOT´ HOOMI LAL SINGH. 

Fuente
Las Cartas de los Mahatmas
M y K.H. a A.P.SINNETT
Transcritas y recopiladas
por A.T.Barker



Comentarios

Entradas populares de este blog

SOL EN GÉMINIS

  Por Torkom Saraydarian Esta es la tercera luna llena principal; También se le llama el "Festival de Cristo y el Festival de la Humanidad". Desde 1952, algunos estudiantes de esoterismo llamaron el "Festival de Buena Voluntad" o el DIA MUNDIAL DE LA INVOCACIÓN. En el Festival de Cristo: Los estudiantes de meditación y de la Sabiduría Eterna usarán LA GRAN INVOCACIÓN y harán esfuerzos por difundirla por todo el mundo como el núcleo del Plan de los nuevos tiempos de la buena voluntad. Hombres y mujeres de buena voluntad se unirán en cada ciudad y recalcarán el significado de la buena voluntad y la importancia de las correctas relaciones humanas. Dirigirán su atención hacia la visión suprema de la humanidad como una flecha de invocación que vuela hacia la fuente de la Vida. La Gran Invocación Desde el punto de Luz en la Mente de Dios Que afluya luz a las mentes de los hombres; Que la Luz descienda a la Tierra. Desde el punto de Amor en el Corazón de Dios Que afluya am...

QUE ES LA CONSTELACIÓN FAMILIAR Y EL ARBOL GENEALOGICO INFORMACIÓN Y RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS

www.institutovalencianodeterapiasnaturales.com/ articulos.ordenesdelamor.org/ CUÁLES SON LOS TIPOS DE FAMILIA? Familia   sin hijos.  Familia   biparental con hijos.  Familia   homoparental.  Familia   reconstituida o compuesta.  Familia   monoparental. ... Familia   de acogida. ... Familia   adoptiva. ... Familia   extensa. articulos.ordenesdelamor.org/

15 de octubre de 1880 Carta N°1 de Mahatma KH a Sinnet

  Recibida en Simla, hacia el 15 de octubre de 1880. Estimado Hermano y Amigo:Precisamente porque la prueba del periódico de Londres cerraría la boca a los escépticos, no se debe pensar en ello. Se mire como se mire, el mundo está en su primera etapa de emancipación, si no de desarrollo y, por lo tanto, no está preparado. Es muy cierto que nosotros trabajamos utilizando medios y leyes naturales y no sobrenaturales. Pero dado que, por una parte, la Ciencia (en su estado actual) se encontraría incapaz de explicar las maravillas presentadas en su nombre y, por otra parte, todavía se dejaría que las masas ignorantes consideraran el fenómeno bajo el aspecto de milagro, ello equivaldría a un desequilibrio para todos aquellos que fueran testigos de ese fenómeno y las consecuencias serían desastrosas. Créame, sería así, especialmente para usted que fue el iniciador de la idea, y para la leal mujer que tan imprudentemente se precipita hacia la an...