INMORTAL
ATMA - BUDDHI - MANAS SUPERIOR
CONDICIONALMENTE INMORTAL
KAMA MANAS
MORTAL
PRANA – CUERPO ETEREO – CUERPO FISICO
Algunos escritores cristianos han adoptado una clasificación parecida a ésta, declarando que el Espíritu es inherentemente inmortal por ser Divino; que el Alma es condicionalmente inmortal, es decir, capaz de conquistar la inmortalidad por su unión con el Espíritu; y que el Cuerpo es mortal por su propia naturaleza. La mayor parte de los cristianos indoctos, dividen al hombre en dos: el Cuerpo que perece o lo que muere, y el algo llamado Alma o Espíritu, que sobrevive a la muerte. Esta última clasificación, si tal puede llamarse, es por completo inadecuada, si es que debemos buscar una explicación racional o siquiera sea una exposición lúcida del fenómeno de la existencia post mortem. El aspecto triple de la naturaleza del hombre, presenta un modelo más racional de su constitución; pero no es a propósito para explicar muchos fenómenos. Sólo la división septenaria puede dar una teoría racional que concuerde con los hechos de que vamos a tratar; y, por tanto, aun cuando parezca una elaboración meditada el estudiante hará bien en familiarizarse con ella. Si estuviese estudiando sólo el cuerpo y desease comprender sus funciones, tendría que clasificar sus componentes de un modo mucho más extenso y minucioso de lo que yo lo hago aquí. Tendría que aprender la diferencia entre los tejidos musculares, nerviosos, glandulares, huesosos, cartilaginosos, epitélicos, conectivos y relacionadores y todas sus variedades; y si en su ignorancia se revelase contra una división tan minuciosa, se le explicara que sólo por medio de un análisis semejante de los diversos componentes del cuerpo, pueden ser comprendidos los diferentes y complicados fenómenos de la actividad de la vida. Una clase de tejidos es necesaria para el sostenimiento, otra para el movimiento, otra para la secreción, aquella otra para la absorción, etc. etc.; y si cada clase no tuviese su nombre especial y propio, se originaría grandísima confusión y muchos errores, y permanecerían incomprensibles las funciones físicas. Aprendiendo unos cuantos nombres técnicos necesarios, se gana, después de todo, tiempo y claridad en los conceptos; y como la claridad es cosa indispensable, tanto para explicar como para comprender los complicadísimos fenómenos post mortem, me veo obligada, contra mi costumbre en estos artículos elementales, a recurrir desde el principio a estos términos técnicos, puesto que los idiomas europeos no tienen todavía sus equivalentes, y el uso de largas frases descriptivas resultaría en extremo enfadoso e inconveniente. Por lo que hace a mí, creo que gran parte del antagonismo entre los partidarios de la Filosofía esotérica y los del Espiritismo, ha tenido su origen en una confusión de términos del que se ha derivado una mala comprensión de los conceptos de cada cual. Un espiritista eminente dijo una vez con impaciencia, que no veía la necesidad de una definición exacta, y que por espíritu entendía él toda la parte del hombre que, no siendo cuerpo, sobrevivía a la muerte. Esto es lo mismo que si no insistiese en decir que el cuerpo del hombre consiste en huesos y sangre, y que al pedírsele hiciese la definición de la sangre contestase: "¡Oh! Yo entiendo por sangre todo lo que no es hueso". Una definición clara de los términos y una estricta observancia de los mismos, nos permitirá, por lo menos, entendernos mutuamente, y este es el primer paso para el buen resultado de una comparación de nuestras respectivas experiencias.
Capitulo 2
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