Vuestros antecesores y padres os rechazarán y os abandonarán y no os salvarán de la muerte". A la verdad, es tan práctica esta creencia china, mantenida hoy lo mismo que en aquellos remotos tiempos, que "el cambio que los hombres llaman muerte", parece jugar un insignificante papel en los pensamientos y en las vidas de los pobladores de la Tierra florida. Estas citas, que pudieran multiplicarse cien veces, bastan para probar la insensatez de la idea de que la inmortalidad "fue dada a conocer por el Evangelio". Todo el mundo antiguo estaba bañado por la luz de la creencia en la inmortalidad del hombre; vivía diariamente en ella, llenaban con ella su literatura y con ella cruzaban en paz las puertas de la muerte. Sigue siendo un problema el porqué el Cristianismo, que ha confirmado esta creencia de un modo tan vigoroso como plácido, ha hecho desarrollar el terror excepcional a la muerte, el cual ha tenido un papel tan importante en su vida social, su literatura y sus artes. No es sólo la creencia en el infierno la que ha rodeado la tumba de terror, pues otras religiones han tenido sus infiernos y sin embargo, sus partidarios no han sido atormentados por este temor sombrío. Los chinos por ejemplo, que consideran la muerte como cosa ligera y trivial, creen en una serie de infiernos que no tiene igual en la variedad de sus tormentos. Puede ser que la diferencia dependa más bien de la raza que de las creencias; que la vida vigorosa de Occidente se atemorice ante su antítesis y que su sentido común, poco imaginativo, encuentre que el estado incorpóreo esté demasiado falto de confort positivo; mientras, por el contrario, el Oriente, más soñador y místico, se inclina a la meditación y está siempre procurando libertarse de la esclavitud de los sentidos durante la vida terrestre, razón por la cual considera el estado incorpóreo como sumamente deseable, por ser el que mejor conduce a la libertad del pensamiento. Antes de empezar, sin embargo, a tratar de lo que es el hombre en el estado post mortem, es necesario hacer un breve bosquejo sobre la constitución del hombre, según se la considera por la filosofía esotérica; pues debemos tener en cuenta los constituyentes de su ser, antes de poder comprender su integración. El hombre, pues, se compone de
La Triada inmortal
Atma
Buddhi
Manas
El Cuaternario perecedero
Kama
Prana
Cuerpo etéreo
Cuerpo físico.
El cuerpo físico, es la forma exterior tangible compuesta de varios tejidos. El doble etéreo o cuerpo sutil. Prana, es la vitalidad, la energía integradora, que coordina las moléculas físicas y astrales y las mantiene juntas en un organismo definido; es el aliento de la vida en el organismo, la parte del Aliento Universal de Vida, de que se apropia el organismo durante el breve tiempo de la existencia a que damos el nombre de "vida". Kama es el conjunto de los apetitos, pasiones y emociones, que son comunes al hombre y a la bestia. Manas es el Pensador que está en nosotros, la Inteligencia; Buddhi es el vehículo donde mora Atma, el Espíritu, y por el cual únicamente puede manifestarse.
Ahora bien; el lazo entre la Triada inmortal y el Cuaternario perecedero, es Manas, que es dual durante la vida terrestre o la encarnación, y funciona como Manas superior y Manas inferior. El Manas superior envía un rayo, que es el Manas inferior, el cual funciona, en y por medio del cerebro humano, como conciencia cerebral, como inteligencia razonadora. Este se enlaza con Kama, la naturaleza pasional, de modo que las pasiones y emociones se convierten en una parte de la Mente, como lo define la sicología moderna; y así tenemos formado el lazo entre la naturaleza superior y la inferior del hombre, perteneciendo este Kama Manas a lo superior por sus elementos manásicos, y a lo inferior por los kámicos. Como este Kama manas constituye el campo de batalla durante la vida, por eso juega un papel importante en la existencia post mortem. Clasificaremos ahora nuestros siete principios de un modo algo diferente, teniendo en cuenta este enlace, en Kama-Manas, de los elementos perecederos e imperecederos.
Fuente
Annie Besant
Libro Vida después de la muerte
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